domingo, 26 de junio de 2016

Jesús NO es religión.

Pastor Javier Bertucci

Jesús vino al mundo a manifestar a Dios, pero el ambiente espiritual y moral de los judíos entonces era contrario a este propósito; Él encontró un pueblo sometido a la influencia sofocante de un sistema religioso opresivo y manipulador que afectaba cada aspecto de la comunidad judía, interpretando la ley de Moisés a su criterio, estableciendo costumbres, normas y tradiciones de hombres, que tenían como finalidad mantener controlado al pueblo a través del miedo.

En tanto, Jesús vino a traer libertad, no fundando otra religión, sino por el contrario, enfrentando resueltamente cada aspecto de la que imperaba, representada por fariseos y saduceos, poniendo en evidencia cada mentira y actitud hipócrita de ellos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cierran el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que están entrando” “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque son semejantes a sepulcros blanqueados…”

Jesús no es religión. No usó de normas establecidas por hombres, sino que confrontó la hipocresía de aquellos que se aferraban a estas. De esta forma, sanó a muchos enfermos en día sábado, cuando la ley lo prohibía, y comiendo con los “pecadores”, gente menospreciada por los líderes religiosos de entonces. No siguió tradiciones humanas, ni estableció leyes que no estuvieran fundamentadas en una actitud del corazón: “Cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio…” “Amen a sus enemigos, bendigan a los que les maldicen…” “…cuando des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”

Su actitud, siendo Dios, fue ser accesible y estar disponible para todo el que lo necesitara: A Bartimeo, ciego, manda a llamar para decirle “¿Qué quieres que te haga? Al leproso que solicitaba limpieza: “Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio”

Él vino para acercar al hombre a Dios. Por eso, cuando moría crucificado, el velo del templo que separaba el lugar santo del lugar santísimo, se rasgó de arriba hacia abajo. Ese velo representaba el obstáculo para que el hombre común tuviera entrada ante Dios. Pero Jesús con su muerte rompió ese velo, dando a entender este hecho, que desde ese día había acceso libre a la presencia de Dios para todos. Esto ocurrió de manera sobrenatural, por iniciativa divina absolutamente; por ello, su rasgamiento fue de arriba hacia abajo.

No podemos aceptar, entonces, que se vuelva a coser ese velo de abajo hacia arriba; es decir, por iniciativa de hombres, poniendo obstáculos, nuevamente, para que las personas se acerquen a Dios, haciendo de la fe en Jesús una religión más, llena de normas, dogmas y mandamientos de hombres, que condicionan e impiden la entrada a la presencia de Dios.
Es sólo a través de Jesús, y no de ninguna religión, que podemos relacionarnos con Dios libre y eficazmente. Ese velo se rasgó, por iniciativa de Dios, para que pudiéramos tener acceso a su presencia y amor pleno; entonces, con libertad, acerquémonos a Él para disfrutar la nueva vida posible solo en Él, y no volvamos a levantar barreras que nos lo impidan. Jesús no es religión, ¡Él es la vida!

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